jueves, 7 de febrero de 2019

Del Paraguay del siglo 19, de Solano Lopez...

A la Venezuela Bolivariana del siglo 21, de Hugo Chavez y Maduro...

La misma vieja historia de golpismos e injerencias extranjeras... desunion y confusion en nuestra America.

 

NO PERMITAMOS QUE SE NOS REPITA LA TRISTE HISTORIA... DESPERTEMOS COMPAÑEROS Y SEMBREMOS CONCIENCIA EN NUESTRO SUELO. 

 

LO IMPOSIBLE, SOLO TARDA UN POCO MAS.



La actualidad latinoamericana nos trae recuerdos traumáticos y trágicos en la memoria de los pueblos conscientes. Nos recuerda las intervenciones militares y golpistas por parte de las potencias centrales imperialistas, sobre todo por parte del Reino Unido y los EE.UU. Cuando no?


Francisco Solano López, ayer, Hugo Chávez y Nicolas Maduro, hoy

Podríamos estar mucho tiempo contando las veces que fuimos ultrajados y humillados por potencias extranjeras en complicidad con oligarquias de intereses foraneos, donde nuestra independencia y soberanía de nuestra Patria grande, fue destruida para dar rienda suelta a la satisfacción de los intereses imperiales.

             Pero en este momento y dada la delicada coyuntura internacional actual, AMIGOS DE LOS CAMINOS MUSICALES quisieramos destacar un momento difícil de nuestra historia latinoamericana, que es la mal llamada “Guerra del Paraguay” o Guerra de la triple alianza”, rebautizada por Galeano como de la Triple infamia, donde el imperio británico mandó a Brasil, Argentina y Uruguay a derrotar militar y económicamente a nuestro país hermano del Paraguay comandado por Francisco Solano López. Aunque la historia liberal la recuerda como una contienda militar y nada más, lo que se esconde detrás nos marca históricamente como continente.
             En esa guerra la “Triple Infamia” liberal dirigida para satisfacer los intereses del imperio británico derrotó a un Paraguay que estaba en un camino de desarrollo industrial, proteccionista e independiente  económicamente. Cualquier semejanza con la libre determinacion despegada de los Estados unidos de Venezuela NO ES MERA COINCIDENCIA. En aquel entonces desde la Buenos Aires liberal-conservadora, el ministro inglés en Argentina, Edward Thornton, conspiraba para la preparación de la guerra. La Corona Británica presionó a los tres países que conformaron la triple alianza debido a que poseía grandes volúmenes de deuda sobre estos. Se encargó de venderles el armamento, cañones y municiones, y luego de productos de consumo, eliminando de esta manera al primer país de la región que comenzaba una producción que competiría con los artículos de Manchester.  Este fue un modus operandi de la corona que se repitió innumerables veces en muchos lugares del mundo.

Para entender mejor recordemos el escrito del gran pensador argentino Raúl Scalabrini Ortiz:

(…) En las luchas entre hermanos hay siempre un tercero que las atiza y las aprovecha. Allá por los años 1860 el Paraguay era la nación más prospera, adelantada y progresista de todo el continente sudamericano. Sin pedir prestado un solo centavo al extranjero, con sus recursos propios había construido el primer ferrocarril que se tendió en Latinoamérica, el primer telégrafo, la primera fábrica de armas digna de ese nombre y los primeros altos hornos erigidos en esta parte del mundo. Construía sus propios barcos en sus propios astilleros, sus telas y sus calzados. Había realizado el prodigio con operaciones muy sencillas. Traía su yerba y sus cueros hasta el puerto de Buenos Aires, los vendía y con el oro adquiría en Europa los materiales que necesitaba y contrataba los técnicos que le hacían falta. Nada más simple, honrado y aparentemente más merecedor de elogios. Pero la existencia del Paraguay, su prosperidad y progreso eran un pernicioso ejemplo para todo el continente que podía aprender la manera de crear capitales propios con los frutos de su trabajo, y de progresar sin necesidad de endeudarse al extranjero. Con su simple ejemplo, Paraguay impedía el amplio desarrollo de esa técnica de dominación invisible que mucho más tarde se denominaría como imperialismo económico. Para que la política de endeudamiento de reverencia al capital extranjero no fuese constantemente desmentida, era ineludible eliminar el modelo paraguayo y borrarlo de la memoria de los pueblos. (…) Tras cinco años de lucha, durante la cual la población paraguaya se redujo a la mitad, las tropas aliadas entraron en Asunción. Lo primero que hicieron fue dinamitar los altos hornos. Hasta hace diez años, casi un siglo después no volverían a erigirse otros en toda la América Latina. Después impusieron un gobierno doblegado y sumiso que contrajo con Londres una deuda de tres millones de libras esterlinas, de las cuales no llegó al Paraguay ni un solo maravedí, según lo ha investigado y denunciado el expresidente de ese país, Natalicio González. Luego transfirió el ferrocarril a una compañía establecida en Londres. Se adjudicaron inmensas extensiones de tierra a compañías extranjeras para que talaran sus montes. La población se componía casi exclusivamente de mujeres. Los hombres habían muerto defendiendo su solar, su auténtico progreso y su forma de vida. El Paraguay no podía servir de ejemplo sino de una de las mayores canalladas de la historia. Destruida la cohesión nacional, en que todos los intereses hallan mutua defensa, arrasadas las industrias, copados por los extranjeros los centros de información y de dominio, el campo de la iniciativa quedó reducido para los paraguayos tanto como para los argentinos.”

Ahora todo queda más claro, el modelo industrial proteccionista de Paraguay era una piedra en el zapato para el imperio británico y su propuesta de dominación liberal en el continente. Un modelo económico soberano, industrial, que protege su mercado interno y no pide deuda es un modelo revolucionario y contradictorio con el modelo propuesto (o mejor dicho impuesto) por parte de las potencias imperiales que necesitan países subdesarrollados, que sean exportadores primarios, sin industria ni mercado interno y con deudas externas que destruyen la capacidad productiva de un país, logrando la sumisión económica y política de todo un continente. Pero en todo esto, y como decía Arturo Jauretche “Si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende”, y ahí aparecen los Bartolomé Mitre, los Domingo Sarmiento y tantísimos otros que traicionaron al pueblo paraguayo y vendieron a todo un continente para la satisfacción imperialista.

Luego de la Segunda guerra Mundial, los EE.UU pasaron a ocupar el puesto dejado por el Reino Unido como dueño del mundo y que hasta nuestros días continua. El Siglo XX estuvo plagado de intervenciones por parte del imperialismo norteamericano, y todo marcado por la dominación tanto económica, política y hasta cultural, llevadas a cabo en base a intervenciones militares y gobiernos dictatoriales que cometieron genocidios en el marco del Plan Cóndor.

El nuevo siglo XXI trajo consigo gobiernos contrahegemónicos y anti neoliberales, destacándose la Revolucion de la Republica Bolivariana de Venezuela, parida desde la entraña de su pueblo que erigio a su lider Hugo Chávez Frias y luego de su muerte, eligio a Nicolás Maduro.

Por 20 años, este proceso político fue atacado por diferentes medios para intentar derrocar a su soberano gobierno e imponer un gobierno títere de los intereses norteamericanos, sin poder lograrlo hasta el momento. Este contexto que vivimos actualmente nos recuerda mucho al Paraguay de Francisco Solano López, ya que se vive una situación de traición por parte de muchos gobiernos latinoamericanos que apoyan las iniciativas de los EE.UU que lleva a cabo una dura guerra económica y psicológica (todavía no militar) contra el país hermano de Venezuela, donde las pretensiones imperialistas son muy claras, apoderarse del mercado del petróleo y lograr controlarlo como ellos quieren. Además del petróleo, Venezuela cuenta con variados recursos que son fuente de ingresos inagotables en que se destacan el Oro, el Gas el Coltan y el Carbón.

La guerra económica contra Venezuela empieza hace varios años, y un factor importante es la llamada crisis del petróleo que comenzó en los años 2013-2014, y que también forma parte de esta guerra no convencional que pesa sobre nuestro país hermano, ya que los EE.UU y su aliado Arabia Saudita llevaron a cabo un plan para poder bajar el precio del barril de petróleo a través de una superproducción de petróleo, además EE.UU a través de las técnicas de fracking se autoabastecio disminuyendo la demanda en el mundo.

Venezuela siendo un país muy dependiente del petróleo se vio claramente afectado. Sumado a esto se dieron en los últimos años una serie de sanciones económicas que afectaron la matriz económica, productiva y financiera, o  el bloqueo al acceso de activos que cuenta el país Bolivariano en el extranjero. Esto obligó a Venezuela a recurrir a nuevos mercados y afianzar los ya existentes, aceptando la ayuda de países como Rusia, China, Turquía e Irán.
Además EE.UU ha estado apoyando las protestas violentas generadas por "guarimberos" golpistas que sucedieron en 2014, 2017 y ahora en 2019, además reconociendo un gobierno paralelo que no tiene legitimidad en Venezuela ni en el mundo.

La guerra o mas bien TERRORISMO MEDIATICO, ECONOMICO GLOBAL contra Venezuela,  indudablemente  ha logrado condicionar la vida diaria de su pueblo y su gobierno popular, generando grandes problemas sociales y económicos, pero el asedio por el momento no ha sido suficiente para doblegar a un pueblo que resiste y que no está solo, recibiendo el apoyo de gran parte de la comunidad internacional, especialmente de potencias como Rusia y China. Un continente libre es posible, la historia nos da innumerables ejemplos, pero debemos derrotar al imperialismo, sus gobiernos títeres y su influencia en la región.



Fuente:
Defensa retrospectiva de una coima de un millón de libras, Raúl Scalabrini Ortiz, Revista Que, octubre de 1956.

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