lunes, 12 de junio de 2017

El gran aporte del Peronismo tambien en materia penal Roberto Pettinato






El gran aporte de Roberto Pettinato

 
Roberto Pettinato (padre).
Hubo un hombre que hizo quitar para siempre esos humillantes trajes a rayas que le ponían a los presos; fue el mismo que hizo clausurar el monumento a la barbarie que fue el penal de Ushuaia, llevándole en mano el decreto de clausura al general Perón. Impidió también que se engrillara a los detenidos. Ese hombre de gran humanidad se llamó Roberto Pettinato y vivió en una época donde lo habitual era que los teóricos justificaran ideas penales discriminatorias y racistas. En 1947 asumió como Director Nacional de Institutos Penales y de la Escuela Penitenciaria nacional. Intentó eliminar los rasgos más retrógrados del sistema. Hasta buscó mejorar la dieta de los reclusos y alentar los deportes. Tenía un lema: Que la Revolución llegue a las cárceles. No se trata del exitoso conductor de tevé y radio de hoy día. El que trató a los presos como seres humanos por primera vez en el país fue su padre. Las penas que afectan la libertad se dividen en dos categorías: las que la suprimen en forma perpetua o temporal (prisión, detención, arresto) y las que la disminuyen sin suprimirla (deportación, destierro, confinamiento). Actualmente las del primer grupo se han adoptado en la mayoría de los países civilizados debido a que cada vez se aplica menos la pena de muerte. Por tal motivo la pena de encierro es relativamente moderna. En Gran Bretaña, por ejemplo, en 1516 aparece en el libro “Utopía” de Tomas Moro una propuesta temprana de castigar mediante encierro. Pero en el siglo XVIII había en ese país 315 delitos castigados con la muerte. Esto convertía el sistema penal inglés en uno de los más salvajes y sangrientos de la historia, según el filósofo Michel Foucault. Ese fue el siglo del prócer del penitenciarismo, John Howard, un filántropo que buscó mejorar las condiciones de las cárceles de Inglaterra y Gales, donde, por ejemplo, el salario de los carceleros lo pagaban los presos; a quienes no tenían dinero nada se le daba y morían en la inmundicia. La pena de prisión es gravísima y se aplica incluso antes de convertirse en condena, como prisión preventiva, para evitar que el acusado se fugue. Se puede pensar entonces que ya se supone que se lo va a condenar y se lo retiene “por las dudas”. Hay coincidencia entre los estudiosos del tema que la cárcel deteriora, porque sumerge en condiciones de vida especialmente violentas, muy diferentes de las de la sociedad libre y, sobre todo, hace retroceder al preso a etapas superadas de su vida. ¿Cómo es esto? Por elementales razones de orden interno, se regula la vida en prisión como en la niñez o adolescencia, bajo una autoridad que ordena todos los actos. No es raro por eso que el detenido sufra graves perturbaciones psicológicas. La prisión no puede ser de otra manera. Está concebida así. Incluso reparte papeles. Se asignan roles negativos, como los de líderes internos, y roles desviados: será aquello que le digan que sea durante años y lo será para los guardias y para los otros presos. La prisión es una pena que aplica la Justicia. Se supone que la pena tiene un fin, que en teoría busca mejorar al infractor. Está a la vista que el encierro no mejora a nadie. Los riesgos de homicidios y suicidios en prisión son 10 veces más altos que en la vida libre, en una violenta realidad de motines, violaciones, corrupción, carencias médicas, alimentarias, higiénicas. Así, la cárcel es un daño corporal y eventualmente una pena de muerte. No hay mucha gente, y menos autoridades, a la que le importe lo que pasa en las penitenciarías. El derecho penitenciario, o de ejecución penal como es más correcto decir, no puede desentenderse del fin de la pena. Y aquí hay un problema muy grave. Sobre la finalidad de la pena hay dos posturas. Los que hablan de la resocialización, lo cual parece imposible por cómo es en esencia el sistema penitenciario, y los que asumen sin problemas que las cárceles son depósitos de personas que funcionan como venganza. Así las cosas, el debate central debería ser cuál es el sentido de penar. Las prisiones están repletas. La mayoría de los internos viene de grupos sociales vulnerables. Hay quien plantea que lo que sólo queda por hacer es mejorar el trato: que sea lo menos inhumano y dañino posible, como pregonaba Pettinato. El trato debería ayudar a no ser tan vulnerable. El analfabeto que sale abogado o con la secundaria completa podría atenuar o deshacerse de los caracteres del estereotipo criminal. No es tarea fácil, menos con décadas donde la estructura viene funcionando con guardias que captan la pena como retribución por el mal causado. La lógica de que el preso tiene que pagar rechaza la humanidad del trato. Y a veces eso de pagar va en sentido literal, como pasaba en las cárceles inglesas del 1700. Basta recordar el robo de julio de 1998 al restorán Dolly, de Figueroa Alcorta y Tagle. Ahí mataron a un policía y entre los ladrones había presos que en ese momento tenían que estar en su celda.
PUBLICADO EN EL DIARIO CLARIN EL 11 DE AGOSTO DE 2005




lunes, 12 de marzo de 2012

QUIÉN FUE ROBERTO PETTINATO

Fue el primer titular de la Dirección Nacional de Institutos Penales, y a la vez, el primer inspector general surgido de la institución. Ejerció la conducción desde el 8 de enero de 1947 al 30 de septiembre de 1955.

Como un adelantado a las demandas futuras de la sociedad Pettinato atenuó los regímenes de detención del sistema, fundamentalmente el de la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras, y asentó los cambios sensibles que apuntalaron la imagen institucional.

 






Durante su gestión se cerró definitivamente el "Presidio del Fin del Mundo" en Ushuaia. También eliminó los pesados grilletes como elemento de sujeción de los detenidos, y además terminó con los clásicos trajes a rayas de presos.

 






La conducción de Roberto Pettinato dejó una marca indeleble en la historia del Servicio Penitenciario Federal actuando con una premisa: procurar la paulatina mejora de la convivencia en las unidades de detención entre los detenidos, y entre éstos y el personal.

Tras el empuje proporcionado por él, la institución avanzó en la optimización de su misión al recibir nuevos establecimientos que brindaban un abanico de posibilidades correccionales.
Durante su gestión dio nacimiento a la profesionalización de la actividad penitenciaria. Creó la Escuela Penitenciaria de la Nación, la que dirigió personalmente.



Hoy 12 de marzo de 2012 se cumplen veintiún años de su fallecimiento.


Homenaje a Pettinato padre

El presidente Néstor Kirchner realizó ayer un acto en homenaje a Roberto Pettinato –padre del conductor y músico que lleva su mismo nombre–, quien fue director de Institutos Penales y creador de la Escuela Penitenciaria Nacional durante el primer y segundo gobierno de Juan Domingo Perón, y anunció que se colocará su nombre a la Academia Superior Penitenciaria.
Kirchner reconoció que el sistema penitenciario es “una gran asignatura pendiente” y admitió que existen “severos problemas” en varias cárceles del país. Por otra parte, el conductor de Duro de domar, Roberto Pettinato, participó del acto y recordó una frase de su padre: “La mejor cárcel es la cárcel vacía” y luego afirmó que dentro de las cárceles no debe maltratarse a los presos y que hay que trabajar para su resocialización. Su padre fue el precursor de importantes reformas penitenciarias. Dispuso eliminar los grilletes y erradicar el uso del uniforme a rayas amarillo y negro que lucían los presos hasta el momento. También resolvió clausurar el penal de máxima seguridad de Ushuaia, entre otras cosas. Después del golpe militar de 1955 debió exiliarse en Ecuador.

Roberto Pettinato: “Mis padres eran casi estrellas de cine”

Dice Petti: “Es la historia de todas esas ‘Claras’ que existen desde los tiempos de Perón y de la Revolución Libertadora”.
Por Germán Arrascaeta
Roberto Pettinato publicó su primera novela, “La isla flotante”, un texto apasionado sobre la relación amorosa que unió a sus padres durante la hegemonía y caída de Juan Domingo Perón.
Sin tanta pompa y sin atender a ninguna circunstancia especial, Roberto Pettinato publicó su primera novela, La isla flotante, en la que se aproxima a la figura de su madre, Clara, y la relación que mantuvo con su padre, al que se refiere con el frío “El hombre de Clara”.

El saxofonista y conductor televisivo escribe con pluma intensa y emocionante, que sabe cómo intercalar los aspectos de esa historia de amor profunda con el contexto histórico en la que se desarrolló. Fue el de la hegemonía del peronismo y su caída a manos de la llamada Revolución Libertadora. Claro que el relato está abonado con un detalle mayúsculo de la realidad: Roberto Pettinato padre se desempeñó como Inspector General del Servicio Penitenciario Federal Argentino durante los gobiernos de Juan Domingo Perón y fue hombre de confianza del general.

Por ese dato, y por la distancia que logra el autor en su narración, La isla flotante se puede leer al margen de lo autobiográfico y coquetear con lo ficcional. “Las mujeres seguían a los hombres a todas partes, por entonces; esta es una de esas historias, aunque con condimentos singulares. La novela tiene el título que tiene porque las parejas vivían en una especie de isla flotante... Todo era tan menguante. Se vivía a pura fanfarria y envuelto en gloria, pero también se sabía que se iba a terminar”, dice Petti vía e-mail.

–¿Por qué narrar esto, ¿por qué ahora?
–Esta novela la tengo desde 2005, cuando mi madre ya estaba internada. Nada tiene que ver con la coyuntura actual, ni con que la Presidenta haya dicho que quiere que alguien escriba su historia con Néstor. Bueno, de hecho, creo que La isla flotante es la historia de todas esas Claras (el personaje) que existen desde los tiempos de Perón y de la Revolución Libertadora.

Más allá de la historia de amor central, la novela destaca esa certeza de que estamos hechos de lugares y circunstancias. Una casa (sus espacios, sus silencios, los ruidos que lo rompen y la alternancia de la luz y la oscuridad, los rituales de su ama, en este caso, Clara) puede determinarnos como personas. ¿Somos lo que habitamos, Petti? “Creamos lo que habitamos –contesta–. La ciudad está vacía, los departamentos están vacíos y todos los espacios son vacíos. Nosotros los creamos y los desarrollamos como sueños que rompen la llamada Cuarta Realidad en la que todavía no entran Los Ángeles Solares”.

–A Clara la describís abnegada y algo sumisa, pero se percibe una dimensión en la que también es poderosa. Por ejemplo, sabe diseccionar a la política y sus agentes. No es ingenua en ese punto. Sabe que todos son traidores. Y parece tener todo bajo control.
–El único control de las Claras es la puteada, el dolor hecho lucha. Son y fueron todas como Evitas. Son las Evitas que quedaron en el tiempo. No las viejas gorilas que redujeron su vida a contar los cuernos que les metían los maridos mientras tomaban el té y mentían diciendo que leyeron a Victoria Ocampo. Estas Claras, en cambio, fueron mujeres híper morales, decentes, impecables pero también celosas, posesivas y cuasi vírgenes de conventos que nunca habitaron.

–Narrás que tu padre fue misericordioso en el ejercicio de su profesión. Que acercaba mantas a los internos, que los atendía personalmente. ¿Era una rareza ser tan blando con “los contreras”?–No tengo nada para decir más allá de que los propios contreras alabaron lo bien que fueron tratados cuando eran presos políticos, aunque, por supuesto, no dudaron en devastar todo a su paso. Incluso, no dudaron en llevarse puesta la Penitenciaria Nacional, que podría hoy ser un gran colegio industrial modelo. Seres nefastos, todos sabemos que fueron así. Los que hoy habitan nuestro país y están infiltrados en el gobierno apenas si son pobres diablos que alcanzan los choricitos a la Presidenta en un asado. Dan pena. Y encima, como me dijo uno allegado a la Presidenta, “nosotros ahora ya no necesitamos a nadie ni de nadie, así que dejamos que se nos acerquen”. Quedó esa soberbia de pobres diablos ya calvos y con viagra. Los gorilas de los ’50 eran verdaderos hijos de puta. Iban en serio. Clara luchó contra ellos con impecabilidad.

–Clara vivió la Revolución Libertadora escapando a la embajada de Ecuador embarazada. Así que tu niñez fue el exilio y la proscripción. ¿Entendías la persecución o apenas se trataba de una aventura?
–Las persecuciones están en el aire. ¡No hay aventura de Harrison Ford! Mi madre le sacó 27 procesos, y demostró que mi padre no tenía nada ni había robado nada. De hecho, lo que tenía se lo robaron los gorilas cuando entraron a la casa. Así que ni siquiera pudieron probar nada de nada. Un día Lanusse dijo: “El 17 de octubre fue producto de un sindicalista y de un penalista irresponsable (que era mi padre)”. Porque entre él, Cipriano Reyes y otros más tramaron ese 17 de Octubre. Ahora es gracioso decirlo porque hay 300 mil peronistas que se dicen de la primera hora, y no entiendo cómo mierda es que entran en 60 minutos.

–¿En serio tu padre confiaba que los gorilas iban a ser misericordiosos con él?–Sí, pero no lo fueron. Y a todas las Claras les hicieron las mil y una. Imaginate que eran algo así como Videlas sin picanas aún, y sin la idea de poder desaparecer 30 mil tipos sin que nadie los encuentre. Y que nadie los pueda acusar ni meterlos presos. ¡Horrible!

–Te referís a la economía de gestos que había entre Clara y su Hombre, el escaso contacto físico. ¿Lo hacés para reivindicar un lazo invisible y poderoso, o para marcar que se trataba de un matrimonio disfuncional?
–No existían los matrimonios disfuncionales. Por Dios, eran poderosos como decís y tal como se los ve en la portada del libro. Eran casi estrellas de cine, a semejanza de Eva y Perón.

–¿De Clara heredaste tu amor por la radiofonía?–Sí. Ella quería, como tantas en aquellos tiempos, triunfar cantando hasta que conoció a mi papá y terminó entre presos y cierto lujo peronista. La radio era todo y mi madre cantaba sus canciones de paz y la zarzuela.

Apenas un hijoEn el epílogo, Petti ilustra una sesión de kinesiología de su madre ya ancianita. Parece querer comunicar que, más allá de que el rock o el jazz lo hayan transportado a lugares soñados, en ese momento es un hijo sin historia y con obligaciones. La idea implícita es: todos tenemos que pasar por ese momento tan poco glamoroso. Hasta se lee como una
jugada emocionalmente incorrecta. “¿Jugadas emocionalmente incorrectas? No sabía que existían, salvo para las anorgásmicas. Todos pasamos por la muerte de nuestros padres. Cuando murió mi padre me dejaron en el Otamendi solo con la puerta abierta, el cadáver tapado y su dedo gordo afuera de la sábana. Me quedé así tanto tiempo; una hora hasta que lo retiraron. Nunca me animé a levantar la sábana para verle la cara. Obvio, por miedo a que despertara o sucediera algo inimaginable. De todos modos los espiritistas (mi padre lo era) siempre supimos que en cada rincón de la habitación se retiene el alma durante todo un día”, remata.

–¿Anhelás una crítica positiva o te tiene sin cuidado?–Uno nace escritor, no se hace. No se puede ir a talleres. Ni estudiar puntuación. Para eso se alquila gente (jajajaa). Yo escribí desde siempre. No soy de los subnormales de la autoayuda mediática. Lo siento. No me encuentro en ese rubro desde que escribía de rock para el Expreso imaginario. Es un libro de verdad, no sé si es bueno o malo, aunque
supongo que si emociona, si le llega al lector de una forma que no tenga nada que ver con seguir un estúpido argumento de Sheldon, entonces es que tiene desde ya mi buena crítica (jajaja).

La isla flotanteRoberto Pettinato
Random House Mondadori
$ 69

Por Germán Arrascaeta

garrascaeta@lavozdelinterior.com.ar
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jueves, 3 de mayo de 2012

miércoles, 21 de marzo de 2012

LA PRISIÓN DEL FIN DEL MUNDO

Según Juan Carlos García Basalo en su documentada obra “La Colonización Penal de Tierra del Fuego” (editada en 1981) recién con la creación de las subprefecturas marítimas de Tierra del Fuego e Isla de los Estados llegaron los primeros presidiarios a esos parajes fríos y desiertos.

El autor rescata que el domingo 9 de marzo de 1884 embarcaron y zarparon con destino fueguino en la cañonera “Paraná” y el transporte Villarino, once detenidos de la Penitenciaría Nacional con condenas entre 10 y 22 años de presidio “que puedan servir de picapedreros”, entre otros oficios. Estos once encabezaron la larga lista de trasportados que llegarían a la isla, asociando su pena a la construcción del “Presidio del Fin del Mundo” en Ushuaia, capital del entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego, hoy provincia del mismo nombre.

Este puñado de penados, al mando del coronel de marina Augusto Laserre –que fundó Ushuaia–, contribuiría con la acción carcelaria a ejercer la soberanía argentina sobre la desolada Tierra del Fuego de la manera más concreta según pondera el derecho internacional: con la presencia. 

La cárcel se pensó originalmente como alojamiento de aquellos hombres que por sus crímenes o por su conducta anterior en un establecimiento penitenciario merecían, además de una pena de prisión, un verdadero destierro en un sitio donde la fuerza de la naturaleza era protagonista y su fiereza no había sido atenuada. Y eso se cumplió desde la construcción y durante su funcionamiento, donde la participación de los penados fue lo principal.

Afortunadamente, la Cárcel de Ushuaia, duró lo que un destello dentro de la historia penitenciaria argentina, poco más de cincuenta años desde que se comenzó a construir hasta que fue desactivada durante la gestión de Roberto Pettinato.



Cuando se pensó el “Presidio del Fin del Mundo”, la Penitenciaria Nacional era el modelo de la época y la
nueva cárcel, que sería la prisión más austral del mundo, seguiría sus pasos.
Su asentamiento marcó un hito de progreso potencial para la región: tan así fue, que el funcionamiento de la cárcel en ese remoto lugar, sería luego identificado como la colonización penal de Tierra del Fuego. No sólo
dio nuevas posibilidades y experiencias al quehacer penitenciario sino que, como trasfondo de su asentamiento y funcionamiento, benefició con un progreso impensado a esos parajes desolados y a la forma de vida de su escasa población.
Desde los cimientos, el establecimiento se convirtió en epicentro del crecimiento de la pequeña aldea a la que el coronel de marina Laserre denominó Ushuaia el 12 de octubre de 1884. Desde 1902, cuando se inició la construcción y la ciudad contaba con sólo cuarenta casas, el presidio de Ushuaia fue levantado íntegramente por los penados hasta 1920 cuando concluyeron las obras.

En 1911 fue alojamiento de quienes eran considerados de extrema peligrosidad, la mayoría de ellos  condenados con lo más pesado de la ley: la aplicación de la pena accesoria del artículo 52 del Código Penal. Fue también presidio militar.
El desfile de los penados que eran llevados a Tierra del Fuego, consistía también en parte de la pena:  reunidos los presos frente a la Penitenciaría Nacional de Buenos Aires se los trasladaba en caravana de condenados hasta el puerto donde abordaban el vapor “El Chaco”, todo un sórdido espectáculo de la época.
 





Con la mano de obra penal se erigieron 5 pabellones de 79 celdas individuales cada uno. Totalizaban 380 celdas, aunque las crónicas de la cárcel indican que llegó a alojar a más de 600 penados.

Los pabellones se dispusieron en forma radial, copiando el diseño de la Penitenciaría Nacional, aunque más estrechos y más cortos y también con el puesto de observación en el centro de la construcción, para permitir la visualización completa y permanente de los pabellones según el sistema panoptista de Bentham. 

Al frente de la bahía se levantó la administración de la cárcel. Entre el Pabellón 1 y el 2 se ubicó la cocina y, entre el 1 y el 5, la panadería. Los talleres fueron colocados en construcciones separadas. Recién en 1943 se inauguró un moderno hospital que por mucho tiempo fue único centro sanitario de la zona. Luego, se convertiría en el hospital de la Base Naval fueguina.
El presidio alojó penados de distintos orígenes, delincuentes comunes y políticos, y muchos célebres: entre ellos el anarquista Simón Radowitsky, Cayetano Santos Godino “el petiso orejudo”, el escritor Ricardo Rojas, y funcionarios del derrocado régimen peronista enviados allí por la autodenominada revolución de 1955. Otro mito pertenece al presidio de Tierra del Fuego: un rumor jamás confirmado, aseguró que por sus celdas pasó en algún momento la figura máxima del tango, Carlos Gardel.
El desarrollo económico que promovió su construcción se derramó sobre toda la isla fueguina y fundamentalmente en Ushuaia a la que, entre otras cosas, por el levantamiento de la cárcel, llegó la instalación eléctrica y el aprovechamiento racional de la madera obtenida de los bosques talados. 

Fuera del establecimiento los penados trabajaron en la construcción de calles, puentes, edificios y el ya citado talado de bosques. También con el trabajo de los presos se habilitó el tren más austral del mundo en 1910, de una extensión de 25 kilómetros, que mayormente transportaba materiales a las construcciones.
Asentada en una isla, la cárcel contó con varias embarcaciones y la más conocida fue "La Godoy".


El frío, el viento, y la fuerza de la naturaleza todavía no recortada por la obra humana se hacían sentir en el presidio de Ushuaia y la vida mientras existió no fue fácil. El 21 de marzo de 1947 la Presidencia de la Nación, por iniciativa de Roberto Pettinato, dispuso la clausura de la cárcel y se procedió al traslado de los penados a otros establecimientos. Ushuaia como cárcel, dejó de existir, no sin antes haber gestado entre sus legendarias paredes las historias y leyendas más variadas que inspiraron la producción de científicos, novelistas, poetas y artistas.

sábado, 14 de julio de 2012

El torturador favorito del progresismo

El oficial Salomón Wasserman fue felicitado por el presidente Perón el día que torturó a Cipriano Reyes en 1948. Un informe de esa época, firmado por el diputado Arturo Illia, afirma: "El gobierno premia a delincuentes torturadores". La frase tiene vigencia. El torturador Roberto Pettinato es el ídolo condecorado por Néstor KirchnerCristina FernándezDaniel ScioliRaúl Zaffaroni y Julio Alaken presencia de la señora Estela Carlotto




En tiempos de Perón, Pettinato fue el culpable directo de los brutales tormentos contra la militante laborista Lidia Riquelme y contra las madres obreras Josefa Oliver de Pupitti y Rosa Silvero de Benavet, vejadas moral y físicamente, enchalecadas, amordazadas y encerradas en el hospital psiquiátrico, falseando su estado de salud. 



Pettinato también abusó de las familiares de los presos y escapó del país contando con 21 propiedades y dos millones de pesos, habiendo robado dinero a sus propios empleados, y hecho trabajar a sus reclusos para construir costosos muebles a funcionarios del régimen, como el ministro Natalio Carbajal Palacios. Con plata de sus empleados, Pettinato obsequió a funcionarios como Antonio Cafiero y Raúl Apold, según el diario El Mundo



Su régimen de terror penal fue descripto por el socialista, Carlos Sánchez Viamonte, una de sus víctimas, como un "atentado a la dignidad humana", donde a muchos jóvenes "se les había aplicado la picana eléctrica con habilidad y ensañamiento por el sádico placer de verlos sufrir", como Ángel Rodríguez y Vicente Centurión.



"Son de orden común los delitos de Pettinato", tituló el diario Clarín. La Liga Argentina por los Derechos del Hombre incluyó a Pettinato en sus listas de torturadores divulgadas en 1955. Hoy es el verdugo favorito del progresismo, presentado como ejemplo en los centros de estudio. "En forma dolosa Pettinato reúne una fortuna", tituló El Mundo.       







El doctor Santiago Nudelman describió a los pabellones VI  y VII de la penitenciaría como "verdaderos campos de concentración", aunque la propaganda del gobierno dijera otra cosa. Cipriano Reyes demolió la publicidad de Pettinato: "¡Eran todas mentiras! Quisiera que todos los ciudadanos y ciudadanas argentinas hubieran escuchado gritar a los presos que apaleaban en el sótano, por las faltas más leves. Obligaban a los penados a tener retratos de Perón y Eva Perón.




Continúa Reyes: "Al pabellón de 'disciplina atenuada' iban los delatores y aquéllos cuyas hermanas o esposas accedían a la humillación de hacer determinados 'trámites' en la dirección general. Todo en el régimen carcelario peronista tendía a destruir la personalidad humana. La violencia de los celadores exigía autómatas capaces de soportarla". Pettinato estaba ligado a policías torturadores como el comisario Miguel Gamboa, a quien también hizo regalos. 





En la cárcel de mujeres, formó grupos de choque para golpear a víctimas como Leonor Martínez. Su éxito publicitario coincidió con el cierre de más de 140 diarios en todo el país. Uno de los últimos periodistas que vivió el peronismo, Rodolfo Pandolfi, definió el premio de Kirchner a Pettinato como una "macabra ceremonia de beatificación". El doctor Hipólito Solari Yrigoyen, víctima del terrorismo de Estado, tomó nota del caso.


"El Estado Nacional Argentino recuerda a una figura prominente, Roberto Pettinato, que debe ser tomado como ejemplo", afirmó Néstor Kirchner, Presidente de la Nación, en 2005. Por su parte, el informe de Juan Ovidio Zavala (un ex detenido torturado en 1951 y testigo de las cárceles de Perón) describió en 1955 el injustificable patrimonio del ex director penal del peronismo.

Afirmaron Zavala y su gente: "Entre los bienes de Pettinato inventariados hasta ahora, figuran los siguientes lotes de terrenos y casas: 6 lotes en la provincia de Córdoba, sin valuación; 8 en Ezeiza, sin valuación; 5, en Mar del Plata, por 270.000 pesos; 2 lotes en Haedo, sin valuación; lote y casa, en Marcos Paz, sin valuación. Lote y casa en Miguelette Nº 2561, de esta capital, por 1.000.000 de pesos; departamento en propiedad horizontal, Pichincha Nº 66, de esta capital, por 40.000 pesos." 


Continúa el informe: "Asimismo, figuran un automóvil Fiat, 100.000 pesos y un “jeep” Willys, 40.000 pesos. Como inversiones de capital figura la suma de 84.000 pesos en la firma Spivak, Coggiola y Cia., de la que es socio su pariente Antonio Cianciarullo quien, además, figura como ‘prestanombre’ en declaraciones juradas presentadas por Pettinato ante la dirección general impositiva.” 


Registrado con derechos de autor.


       Detrás del relato

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Pettinato habló de cómo se desempeña en su rol de padre

El conductor posó con su pequeño hijo Lorenzo y habló de cómo es con su pequeño: "Mis hijos nacieron en libertad controlada", aseguró.
Roberto Pettinato (57) posó para la revista Caras con su hijo Lorenzo (4) y, a diferencia de su típico perfil, esta vez habló de su rol como padre y dio detalles sobre cómo es su metodología a la hora de educar a sus descendientes. 

"Mis hijos nacieron en libertad controlada. No han hecho cualquier cosa en sus vidas y está clarísimo que así fue. Son chicos sanos, no mataron, ni asaltaron ni se explotaron la cabeza. Tampoco han vivido dentro de ambientes descontrolados", expresó el padre de Homero (24), Tamara (29), Felipe (20), Esmeralda (2) y el pequeño modelo que lo acompañó en la nota.

Y agregó: "Esto lo digo por aquellos padres que creen que por ser maravillosos psicólogos abogados, sus hijos serán iguales. Lo más probable es que salgan para otro lado. La vida es incierta y los seres humanos somos seres humanos individuales. Por más que sean hijos, lo son hasta cierto punto. Una parte de ellos son humanos nuevos en la tierra, distintos y con visiones propias".

 
 
 
  • Miércoles, 17 de septiembre de 2008
  • Edición impresa

Roberto Pettinato: "Yo no tengo ego”

Dice que no compite con nadie y que sólo se preocupó por tener prestigio. Además, cuenta que quiere volver a la medianoche, pondera la radio y cree que Luca estaría feliz con el rock de hoy.

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Roberto Pettinato estuvo en el foco de la tormenta por una pelea. Una pelea por lo menos desconcertante. Y no sólo porque la mantuvo con la mano que le da de comer: Diego Gvirtz, productor de “Duro de domar”, el programa vespertino de tele sobre la tele, mezcla entre humorístico e informativo.

Si bien se carga en monólogos a los pesados del medio, el estilo de Pettinato no pasa por la confrontación, por el hecho de ser a partir de la neutralización del otro. Sin embargo, aquí está, en un fuego cruzado que lo descoloca y aceptando una entrevista vía correo electrónico.

-Es evidente que “Duro de domar” es una adaptación de “Duro de acostar”. ¿El nombre te pertenece?

-No me pertenece, pero qué importa. Es igual. Son programas como los de Tinelli. Si en lugar de VideoMatch ponés ShowMatch, da igual. Siempre te recordarán a “Marce”.

Que no tiene mucho sentido que él conduzca “CQC”, que su último recurso sería animar un programa de juegos con promotoras despampanantes... En fin, cosas por el estilo se han oído de la boca de Roberto Pettinato en los últimos tiempos.

Petti sabe muy bien qué es lo que no quiere. Ahora bien, ¿cómo sería el programa que contemple todas sus inquietudes? Por otro lado, volver a la medianoche, ¿no sería una suerte de “Duro de acostar reloaded”? “Yo ya estaba instalado a la medianoche. Soy un conductor de medianoche. La gente no quiere pasar la tarde conmigo. ¿Por qué? Porque a mí no me interesa la tarde tampoco.

Me gusta la noche en televisión. En los ’80, me gustaba la noche en general. Lo cierto es que todo el puto país me dice que quiere acostarse conmigo antes de despertar para ir al laburo. ¿Cómo es en el interior? Igual que en cualquier parte. La gente se acuesta, quiere algo divertido, que les haga pensar o decir: ‘yo decía lo mismo, ¡¡¡amor!!!’ Y dormir hasta que suene el despertador. Y ahí tengo que estar yo de nuevo”, interpreta.

-¿Qué proporciones tiene tu ego televisivo? Hipótesis: ¿caben en un mismo estudio Pettinato y Pergolini? ¿O Pettinato y Tinelli? Tus laderos siempre han sido de bajo perfil...

-Yo no tengo ego. Lo siento. Tener ego es tener ganas de ganar, de competir, de destruir al otro, de pisarle la cabeza a alguien. Yo ni siquiera compito con ellos. Apenas he logrado 11 ó 12 puntos. Lo que sucede es que parezco importante porque sólo me centré en tener prestigio, algo de talento y ser conocido. ¡¡¡Pero no soy famoso!!!

Estos desgastes televisivos, ¿no potenciarán las ganas de Pettinato de concentrarse en la radio? Si es un medio que maneja de perillas.

-¿Serías el vértice de un programa matinal de AM, con actualidad, analistas e informativos?
¿Atenuarías tu humor en beneficio de “la información general”?

-¿Qué es la información general? ¿Algo que te cuenta algo sobre todo pero al mismo tiempo sobre nada? Tengo cultura general. Eso me decía mi padre: “Estudiá bachiller para tener cultura general”. Y hoy sé los afluentes del Orinoco... ¿Sirve de algo? No. ¿Te sirve a vos conocer toda la Argentina? ¿Para qué? ¿Para ser agente turístico? No tiene sentido.

Estar orgulloso de tu provincia o de tu capital no tienen sentido para mí. ¿La radio? Sí es mejor. Es más humana y la gente está viva, se siente. En la tele, mañana mismo todos podemos ser dinamitados.

Educación alternativa

-¿Qué onda la paternidad? Ves a tus hijos más grandes ya independizados y ahora volvés a empezar. ¿Quedan energías para educar a uno más?

-Yo nunca eduqué a nadie. Informo, eso sí. Sólo informo sobre la vida, las actitudes, la violencia, las drogas, el amor, etcétera. No me interesa la “educación” en un sentido formal. Por eso los chicos que creen ser como yo, o quieren ser así cuando sean grandes deben decirse: “Tengo que tener una cultura alternativa al colegio”.

-¿Se vuelve de la construcción definida y potente de un personaje? ¿Creés que alguna vez alguien te tomará en serio?

-La gente no se toma en serio a sí misma, imaginate si tienen tiempo para preocuparse por mí. Muchos quieren que deje de ser tan satírico o irónico para ser serio. Bueno, busquen a Lanata. Es lo más parecido a mí si yo estuviera en política. Si fuera un tipo serio, mucha gente seguiría mis consejos o mis opiniones. Eso es patético. Yo me crié con Frank Zappa y el creador de los Simpson también. Somos irónicos, cínicos. No creemos en la realidad que nos cuentan.

-Lanata va al Maipo. El rollo stand up, ¿te interesa?

-Es lo que me ofrecieron antes que a él y ni siquiera contesté. Está bueno, pero jamás tendría tiempo para hacerlo o al menos para continuarlo.

-Te llevo para el lado de Sumo. ¿Creés que algún día terminarán los malentendidos en relación a la figura de Luca? ¿Qué suponés que diría Luca del rock argentino actual? ¿Y vos, qué decís?

-En la radio, invito a los chicos de todo el país a que me envíen un solo tema compuesto por ellos. Y no te das una idea la creatividad que tienen. Luca, al que siempre le gustaban grupos que no conocía nadie y que criticaba a los conocidos, estaría feliz. Hay grupos para tirar al techo.

Este país es rocanrolero (sic), guitarrero... ¡¡¡En todos los barrios hay un baterista!!! No se puede creer. Y les digo algo: no necesitan venir a Buenos Aires. Todo puede suceder a la vuelta de tu plaza.

En La Mano, la revista sobre cultura rock que dirige, Pettinato filtró entrevistas que ayudaron a reconstruir a Luca Prodan. Siempre quedó la sensación de que ahí estaba el sucesor de “Sumo, la jungla del poder”, su versión sobre la nacimiento, hegemonía y ocaso de un grupo disfuncional que, sin embargo, resultó de lo más influyente.

-¿Vas a editar la continuación, alguna vez?

-Ahora no tengo tiempo pero lo tengo casi terminado al tomo dos.

-Por último, ¿qué discos estás escuchando?

-Muchos grupos nuevos ingleses. Puedo recomendar a The Checks. Son buenísimos. Escúchenlos bien. Van a durar más que The Killers. / Germán Arrascaeta (LVI)

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