Aedos y rapsodos
Los aedos y los rapsodas eran unos personajes que en la antigua grecia se dedicaban a difundir poemas épicos tanto de gestas bélicas como podría ser La Ilíada, poemas menores como los pertenecientes al ciclo Tebano y Troyano o también cosmogonías como la Titanomaquia, la Gigantomaquia y la Cosmogonía.
El aedo, cantaba sus poemas con acompañamiento de un instrumento de cuerda como podría ser la forminx. En la misma Odisea vemos que aparecen dos aedos, Femio y Demódoco, estos aedos aparecen en cortes, pero no dependían de ella, sino que acudían cuando se les llamaba, iban de ciudad en ciudad. El mismo Aquiles aparece en la Ilíada ejerciendo el papel de aedo.
Los rapsodos, aparecen con la escritura, se dedicaban a ir de ciudad en ciudad y transmitir unos poemas orales ya fijados. Recitaban con el acompañamiento de un bastón con el que golpeaban el suelo para marcar el ritmo. La principal diferencia con el aedo, es que al atenerse a un texto ya fijado tienen un margen de improvisación muy limitado, en cambio el aedo elabora su texto y reelabora en función de los intereses del público que no estaba callado durante el canto.
Los aedos en época arcaica se equiparaban a los adivinos, pues no tenían la concepción de que el pasado se recordaba. Sino que era similar a la adivinación, pero hacia el pasado. La verdad (αλεθεια) era aquello que no permanecía oculto y solo los dioses la conocían o en todo caso alguien inspirado por ellos, por lo que invocaban a las Musas. El recuerdo del pasado, venía a ser como una adivinación hacia el pasado, en vez de hacia el futuro. Tanto aedos como adivinos solían ser ciegos, a cambio de renunciar a su vista física, se les daba esta visión especial. Se cree que Homero fue uno de esos aedos.
El aedo, cantaba sus poemas con acompañamiento de un instrumento de cuerda como podría ser la forminx. En la misma Odisea vemos que aparecen dos aedos, Femio y Demódoco, estos aedos aparecen en cortes, pero no dependían de ella, sino que acudían cuando se les llamaba, iban de ciudad en ciudad. El mismo Aquiles aparece en la Ilíada ejerciendo el papel de aedo.
Los rapsodos, aparecen con la escritura, se dedicaban a ir de ciudad en ciudad y transmitir unos poemas orales ya fijados. Recitaban con el acompañamiento de un bastón con el que golpeaban el suelo para marcar el ritmo. La principal diferencia con el aedo, es que al atenerse a un texto ya fijado tienen un margen de improvisación muy limitado, en cambio el aedo elabora su texto y reelabora en función de los intereses del público que no estaba callado durante el canto.
Los aedos en época arcaica se equiparaban a los adivinos, pues no tenían la concepción de que el pasado se recordaba. Sino que era similar a la adivinación, pero hacia el pasado. La verdad (αλεθεια) era aquello que no permanecía oculto y solo los dioses la conocían o en todo caso alguien inspirado por ellos, por lo que invocaban a las Musas. El recuerdo del pasado, venía a ser como una adivinación hacia el pasado, en vez de hacia el futuro. Tanto aedos como adivinos solían ser ciegos, a cambio de renunciar a su vista física, se les daba esta visión especial. Se cree que Homero fue uno de esos aedos.
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