POLÍTICA
Lima-Perú, 23/02/2015 a las 06:02am. por Lampadia
La increíble incapacidad para contener el desborde social
Del Arequipazo a Pichanaki, un Estado que retrocede
Los
últimos sucesos acaecidos en Pichanaki con el saldo de un muerto,
innumerables heridos, bloqueos de pistas, enfrentamientos, mesas de
diálogo, defecciones de dos ministros, la ausencia de otros, los
errores de los servicios de inteligencia y la latente paralización de un
proyecto gasífero de enorme importancia para el desarrollo del país,
pareciera una fotografía calcada de otros acontecimientos similares
ocurridos en la última década en el país.
Todavía
están frescos en la memoria los casos del Arequipazo, Moqueguazo,
Bagua, Combayo, Tambogrande, Espinar, Cocachacra, Santa Ana, Conga,
Cañariaco. En todos ellos, el Estado terminó cediendo ante la arremetida
de una masa manipulada por hábiles azuzadores profesionales
(politicastros, ambientalistas, ONGs y curitas politizados). El manual
de gestación de conflictos (ver manual anti minero)
se replica ante la indolencia del Estado, habil para claudicar. Basta
amenazar a la población y a los medios, unos bloqueos, movilizaciones y
enfrentamientos con la policía (en los que se provoca que haya al menos
un muerto) para que el gobierno se siente a negociar en las famosas
mesas de diálogo en las que se levantan acuerdos que irremediablemente
pactan la paralización de los proyectos de inversión. (Ver en Lampadia: La libertad secuestrada por el miedo, Stalinismo en Cajamarca).
Demás está decir que se dialoga y se firman pactos con dirigentes
escasamente representativos (algunos de ellos, con antecedentes por
subversión y externos a la problemática local) que actúan bajo el falso
paraguas que más se ajuste a la circunstancia.
Al
igual que en otros conflictos, en el de Pichanaki, queda claro que el
actor que ha fallado clamorosamente es el Estado. No por ausencia, como
equivocadamente se señala, sino porque no hace lo que debe, porque no
cumple con sus funciones. La empresa, en este caso Pluspetrol, hizo sus
deberes: obtuvo el apoyo de las comunidades indígenas de la zona,
así como de una buena parte de los cafetaleros. En cambio, el Estado
que debió explicar la realidad y darle las garantías necesarias para que
la empresa realizara sus labores, para las que le otorgó una concesión,
durmió el sueño de los justos, mientras que los agitadores movían el
cotarro impunemente.
Meses atrás la prensa había advertido que curas y
ex emerretistas operaban en la zona para indisponer a la población
contra Pluspetrol. En la zona se incubó y aprovechó el descontento de
los campesinos cafetaleros por los efectos de la peste de la roya. Ante
la total indiferencia de los ministerios de Agricultura, Minería y del
Ambiente, se gestó agitación para ir ganando adeptos. ¿Qué hizo el
Estado para contrarrestar esta situación? ¿Envío a algún funcionario?
¿Efectuó alguna campaña informativa para evitar un conflicto
socio-político latente? Todo indica que no se hizo nada.
Lo
terrible es que en estos doce años de movilizaciones, paros y
enfrentamientos, en la que el Estado solo cede, los funcionarios
públicos y autoridades elegidas parecen que no han aprendido nada. Los
representantes de los gobiernos locales se ponen de costado, cuando no
se suman a la levantisca y se comenten los mismos errores, una y otra
vez. Veamos:
1.
Seguridad. No es posible que desde el Arequipazo (2002) o desde que
fuera cruelmente linchado el alcalde de Ilave, Cirilo Robles (2004), la
Policía Nacional siga enfrentando a los manifestantes de la misma
manera. Que utilice las mismas tácticas que han demostrado ser
inefectivas y, en algunos casos, contraproducentes. Luego de lo ocurrido
en Bagua en dónde los policías fueron emboscados, desarmados y
asesinados con sus propias armas, los efectivos siguen usando fusiles de
asalto para reprimir a los manifestantes como se ha comprobado con un
saldo trágico en Pichanaki. ¿Cómo es posible que no haya armas y
técnicas de control de multitudes modernas que puedan desplegarse para
impedir que los desmanes y que reineel caos en ciudades y pueblos?
Dinero existe, lo que falta es decisión y, seguramente, capacidad y
honestidad para realizar adquisiciones de equipos y contratar a expertos
en las técnicas necesarias.
2.
Inteligencia: No se cuenta con inteligencia adecuada o no se la emplea
correctamente para prevenir los conflictos. ¿Dónde está la tan celebrada
oficina de conflictos sociales (bautizada pomposamente como Oficina
Nacional de Diálogo y Sostenibilidad)?
3.
Política: Es lo que menos se hace. ¿Quién sale al frente de los
agitadores, los enfrenta y los desenmascara? ¿Qué trabajo político se
hace para evitar que rieguen sus mentiras, falacias, amenazas y
manipulaciones entre la población?
4.
Comunicación: No existe una estrategia comunicacional efectiva que
informe, no que publicite, la naturaleza de los proyectos de inversión y
la posición del Estado que genere un clima positivo para que las
empresas (a las que el propio gobierno convoca) puedan efectuar su
trabajo sin contratiempos.
Es
hora que ciudadanos, gremios y empresas empecemos exigirle al Estado, a
los Gobiernos, funcionarios y políticos que empiecen a hacer su
trabajo. No puede ser que en todas las partidas ganen siempre los
agitadores y solo se ceda ante la violencia. “Así el Perú no avanza”.
¡Retrocede!. Lampadia
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